domingo, 6 de julio de 2014

Temor a afrontar el miedo.

El miedo a lo desconocido me arropa cada noche. Es algo un tanto irónico, porque su manto no me da calor, sino frío. Tiemblo al pensar en su presencia, en lo que pueda hacer. Y entonces mis dudas se despiertan, y mientras yo me debato entre el cansancio físico y el mental ellas luchan porque me mantenga en vela. Se unen y bailan al son de una melodía que no me gusta. Pero no importa, porque esa melodía es continua, y va en crescendo martilleando cada vez con más fuerza mi cerebro.
Yo, harta, me rindo y las dejo que se muevan a su aire, y parece que al ignorarlas ellas terminan por aminorar sus insistencias. Al final caigo muerta sobre la almohada, exhausta, aún sabiendo que la lucha no ha acabado. Que guerras mucho más fuertes todavía siguen en pie. Que el tiempo no me ayuda. Que en realidad cuanto más tiempo pasa más recias se vuelven las dudas.
Los ojos finalmente acaban por cerrárseme, y justo en ese momento, cuando de veras caigo rendida ante el hechizo de Morfeo, cuando mi mente se separa de mis dudas y vuela en un mar de imaginación infinita, entonces sé que soy libre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario