miércoles, 26 de agosto de 2015

Ése.

El que se esconde en la esquina mientras bebe de su copa; el caprichoso, el estúpido.
El que nos mira y se ríe, el que siempre me tuvo suya y ahora no me deja ser sin él.
Noto como su risa se me clava en la nuca y su mirada baila entre nosotros, esperando el momento justo para separarnos.
Decían que era un mito, que él no podía con nada, que el amor cruza puentes, y ríos, y mares y acorta distancias…
Mentían.
Tus besos ahora no saben. Ya no los siento como antes, como cuando me jodían cada suspiro. Ahora quedan lejos, escondidos y vagando en una noche perdida en el mes de julio. Echo de menos sentirte a mi vera, notar tus dedos recorriendo cada poro de mi piel, y tus labios jugando sobre mis labios, volviéndome loca.
Los recuerdos siempre nos serán eternos, aunque se cubran de polvo y el tiempo juegue a esconderlos más allá del presente. Siempre sabré cómo besabas y cómo me hacías sentir. Tal vez no piense demasiado en tus ojos, o en tus manos, o en tu ceño siempre fruncido. Pero sé que cuando oiga tu nombre, ellos, los recuerdos, me llevarán a tu encuentro.
Y entonces, justo entonces, ése, el de la esquina, el caprichoso, el estúpido, el maldito destino, no podrá hacer nada. Porque esa noche mis labios fueron tuyos, y tus manos fueron mías, y aunque el tiempo quiera borrarnos, aunque el destino pinte kilómetros entre nosotros, esa noche seguirá siendo real, y tú seguirás siendo tú, y yo seguiré siendo yo.


jueves, 30 de julio de 2015

La magia del momento.

A veces tienes que sufrir para escribir un buen texto. Sangrar la palabra, sentir cada letra, y notar como un pedazo de ti se pierde en la inmensidad del caos que llevas dentro.
Nunca quise ser de las que dan todo y no ganan nada, de las que arriesgan y pierden, de las que lo pasan mal, y cuando se reconstruyen se ven bombardeadas de nuevo. No sabía, o más bien no quería saber, lo que el amor implicaba...
Las relaciones no deberían medirse por días, ni por horas, ni siquiera por momentos bonitos; sino por intensidad. Yo prometo que la tormenta que llevo dentro no es nada comparada con el mar en calma de la rutina.
En la vida lo importante no es pisar sobre seguro, cerrar los ojos ante el miedo, y disfrutar de lo que ya tienes. Es querer ir un paso más allá, y luchar, aunque sea por una simple y mísera oportunidad. Querer es poder. Necesitar es poder. Y yo te prometo que mientras el cielo siga estando sobre nosotros habrá algo que nos una, algo por lo que luchar.
Me da igual que el tiempo no juegue a nuestro favor, que los finales felices sean obra de un mal chiste, y no me importa romperme las medias al caer al suelo vencida por la desilusión. Cuando tienes un propósito, una idea, la esperanza de un sueño que está por cumplirse, las barreras acaban rompiéndose solas.
Por eso pienso guardar la intensidad de este momento, porque aunque el tiempo pase, aunque el texto esté cargado de incertidumbre, de faltas de cohesión, de nudos en el estómago, el recuerdo de la ilusión, de la magia, del porvenir, está latiendo en cada sílaba de cada palabra.
Espero que tantas ganas no queden en nada.


miércoles, 1 de julio de 2015

Correspondencia ajena II

Una vez más me sumo a la propuesta de Lolita y os dejo una pequeña parte de mí para que me entendáis mejor y así, tal vez, comprenderme yo misma mejor a mí también.

                                     Emisor: tú ; Receptor: Alguien que te hizo Daño

Querido tú,
Volvemos a encontrarnos entre mis letras, una vez más, mientras la razón me grita que te olvide y tú te alejas como siempre hiciste.
No te culpo por hacerme daño, la verdad. Han pasado tantas cosas desde entonces que sería ridículo hacerte cargar con todas las culpas de mis sueños rotos y de los recuerdos teñidos de la esencia de un tiempo mejor. 
Aun así, no te equivoques. No pienso darte las gracias por todo este dolor, por enseñarme a querer y a que el amor duele. No te mereces nada más, y juro que yo no pienso darte más razones para que sigas creyendo que eres ese alguien que me hizo daño, y te sientas orgulloso por ello, o culpable.
Me duele tanto el cuerpo de soportar tus mentiras, tus sonrisas, tus idas y venidas y tus promesas lanzadas a quemarropa, que ahora sólo pienso en no pensar en ti.
Se acabó el culparte, y el creer que todavía te debo algo, se acabó todo, y te escribo porque después de tantos suspiros y lágrimas, quiero que sepas que el tiempo nos venció, o al menos acabó con la idea de poder estar juntos.
Por eso, no quiero ser tu amiga, ni tu carga, ni tu logro; la razón por la que pavonearte delante del mundo, ni por la que sentirte mal. Simplemente quiero que cojas todo el dolor que me hiciste algún día y lo vuelvas pura indiferencia, como juro que yo estoy haciendo.
Y si me ves por la calle caminando, con la cabeza gacha y el paso firme, y dudas entre sonreír o mirarme con pena, simplemente baja la mirada y olvida que algún día nuestros ojos se cruzaron.
                                                                                                           Atte, nunca y siempre tuya.

domingo, 10 de mayo de 2015

Carta al cielo.

Te escribo a ti. Al que no pudo aprender a bailar bajo la lluvia y ha tirado las botas de agua para siempre.
Espero que esta carta no te pille por sorpresa y aún sepas leerme allá donde estés, porque la vida se me va en cada letra que tecleo.
Nadie me creyó nunca cuando te di por muerto. Todos me miraban con pena mientras que en sus pupilas brillaba el deseo de que no fantasease tanto. Creían que se me pasaría, y que te encontraría de nuevo. Pero no es verdad.
En esos momentos sus palabras me servían de apoyo. Me entestaba en creer que era cierto y que no habías perecido bajo tanta tormenta.
Llegó un punto en que fue inútil, la gente se dio por vencida, y yo supe que en realidad sí que habías muerto, dejando una estela de alivio y de inseguridad, de dolor.
No sabía que dolieses tanto. Aunque la verdad es que me gustaba sentirte, a pesar de que la forma no fuese la más dulce de todas. Era una señal de que habías existido.
Fue duro, aun es duro, pero intento pasar página. Sé que me querías, tal vez no tanto como yo a ti, pero lo hacías, y lo dejabas claro en cada sonrisa, en cada mirada, en cada beso.
Siento no poder tenerte cerca y ayudarte a ser quien eras. Me gustaría verte vivir de nuevo, una vez más, aunque no pudiese tocarte, ni besarte, pero me gustaría ver que no estoy loca, y que tantas noches pensando en ti eras tú, y no la persona en la que te has convertido.
Quiero creer que todavía existes en alguna parte, bajo tanta condescendencia y mezquindad. Lo sé, sé que estás ahí, y que una parte de ti todavía intenta ponerse las botas de agua de nuevo. Esa parte de la que me enamoré.

Te quiero, a ti, al que vive preso dentro de un cuerpo que ya no es el suyo.


sábado, 31 de enero de 2015

Incongruencias.

Hace tiempo que la sangre de mi cuerpo fluye al ritmo de una sintonía acelerada. Tan pronto se agolpa en la cabeza, como cae de bruces sobre mis pies. Baila y sigue su son sin preocuparse de qué pueda pasar. Está harta de hacer caso a órdenes que se cuestionan continuamente, que no quieren vivir siendo ellas. El corazón late despacio marcando cada nota, cada ausencia, y cada esencia. La sangre no me llega a los dedos, y es que por mucho que necesite escribir, la realidad asfixia mis ideas y las hace quebrarse en mil esquirlas. Un sueño hecho pedazos de un puzle sin respuesta, donde las piezas una vez rotas ya no se vuelven a unir.
Y es que aunque quiera no quiero. Aunque las palabras luchen en mis labios, el miedo es demasiado recio. Y así se consume la saliva, que ni puede ni al final quiere salir de su cueva y reclamar aquellas palabras que son suyas. Y así la sangre, harta de subir, bajar y contravenirse, se rinde a la rutina, y vuelve a fluir normal de nuevo. Llevando cada gota a cada parte del cuerpo donde éste seguirá luchando por expresarse y continuará rindiéndose a dos centímetros de la línea de llegada.
Así es el deseo de algo imposible, así es el veneno que cura y mata por dentro. Así son las incoherencias y sinsentidos de un cuerpo que no sabe qué responder a sus impulsos.