sábado, 6 de diciembre de 2014

Relegué eso de llorar a un segundo plano

Las lágrimas se agolpan cada día que él gira por la esquina y sonríe con esa mirada de suficiencia...

No era nada del otro mundo, pero tampoco lo era de éste. Mentiría si dijese que era guapo, atractivo, un quita hipo en toda regla, pero ese aire de "sé lo que quiero" hacía que una confundiera el norte y pusiera marcha al polo sur de la locura sin frenos ni precauciones. Marcha a lo inevitable. A lo vitable. A todo aquello que me daba vida. A él y a su forma de preocuparse sin preocuparse, y de desgarrarme el alma con cada cadencia de su voz.
Era ese alguien y punto. Y punto y final. Sin peros que dieran lugar a una excepción, porque él en sí ya era una excepción. Alguien diferente en un mundo demasiado monótono como para no corromperlo, como para no acabar con ese "sé lo que quiero" y transformarlo en escombros de una armadura que dejó de protegerlo del mundo.
A día de hoy todavía recuerdo los restos de ese chico que ya no existe, de ese que no pudo plantarle cara a la vida.
Por eso cada vez que su mirada vacía se encuentra con la mía, me tragó las ganas de llorar y me concentró en buscar tras sus pupilas el amor que se consumió y que nunca pudo ser.



5 comentarios:

  1. Que hermoso. Cuanta verdad, cuanto sentimiento.
    Me encantó.
    Un besazo <3

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  2. Mentiría si dijera que no he reconocido a alguien que conozco aquí...y me ha dado por recordar. Precioso, de verdad. Sigue escribiendo así de genial.
    Muchos besos,
    Daw

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